Estamos al tanto de los últimos avances médicos en el tema de la implantología oral, con el fin de ofrecer tratamientos de la mejor calidad.

Cuando hace más de medio siglo el biólogo y traumatólogo sueco P.-I. Brånemark descubría accidentalmente el fenómeno biológico de la óseo-integración, nunca hubiera imaginado la evolución que iba a tener nuestra especialidad.

Luego de este suceso, en los primeros tiempos la odontología aceptaba como éxito clínico el solo hecho de que se produjera la íntima unión de un implante de titanio con el hueso del paciente, fenómeno conocido como óseo-integración. Pero a medida que fueron pasando los años, las expectativas tanto de pacientes como de la comunidad odontológica fueron haciéndose cada vez mayores y así se implementó una serie de procedimientos tendientes a la mejora e incremento de tejidos duros y blandos.

Así, se desarrollaron los injertos óseos con biomateriales biológicamente compatibles con los tejidos del paciente y el uso de autoinjertos extraídos de zonas donantes del propio paciente.

Más tarde, se crearon técnicas para aumentar la capacidad de reproducción de las células involucradas en el proceso formativo del hueso y los tejidos blandos, a través del uso del plasma del propio paciente enriquecido en plaquetas.

Mientras evolucionaban estas técnicas, paralelamente se producía un desarrollo evolutivo en los métodos de diagnóstico bucal, como la tomografía odontológica Cone Beam.